Me sorprende con qué facilidad hacemos nuestras algunas ideas en boga sin reflexionar apenas. Los múltiples comentaristas de radio y televisión que apoyan sin chistar la adopción de niños por parejas homosexuales se adscriben sin saber a la teoría queer.
Esta teoría, de la que voy a hacer una apretada síntesis, propone o sugiere que todos somos “únicos en nuestro genero” esto, así dicho, apenas incomoda, pero concluye que hablar de hombre o mujer es irrelevante, es decir, las personas no tenemos sexo sino género y el género es algo maleable, moldeable, no algo que se nos ha dado de manera “arbitraria” (¡ah qué la naturaleza, jugándonos bromas como la de dotar de genitales masculinos a la que será una “mujer” por elección!) . Si no tiene caso hablar de hombres o mujeres, mucho menos tiene caso hablar de roles, habilidades o disposiciones masculinas o femeninas.
La técnica ha “liberado” a la mujer de su fecundidad o de la necesitar de amamantar para asegurar la vida de la prole, ahora que eso es posible ¿hay algo que distinga a un hombre o una mujer en la crianza? En opinión de muchos, no.
Ciertamente, la naturaleza, “arbitraria” como es, no ha hecho fecundas las relaciones sexuales entre dos hombres o dos mujeres, pero si la técnica aun no ha logrado eso, basta con refugiarse en el recurso que las parejas heterosexuales (pero estériles) de siempre han utilizado: la adopción. En opinión de muchos, las diferencias que notamos y de las que hablamos todos los días en la vida en sociedad entre hombres y mujeres, son irrelevantes si se trata de la educación de un niño o una niña (¿Cómo lo llamaremos? ¿Niñe? Para evitar definiciones “innecesarias”).
Sé que se trata de un argumento emotivo, pero puedo pensar en la tristeza de la soledad de una niña entrando en la adolescencia sin una madre, por más que tenga dos padres. ¿Qué eso sucede y cosas más tristes aun? ¡Ya lo sé! Pero no me parece en lo absoluto deseable ni algo que deba ser promovido desde el Estado. ¿Legalización no es aprobación o promoción? Según se vea.
No sé cómo se llamará a la teoría que acepta y aprecia las diferencias entre hombre y mujer (¿determinismo fisiológico?), diferencias que enriquecen nuestra forma de vivir, diferencias que nos ayudan a mirar desde otro ángulo el mismo paisaje, pero por supuesto, me adscribo a ella.
No es una forma de discriminación a los homosexuales. Puedo imaginar vivamente su deseo de paternidad o maternidad, pero no puedo por ello aceptar que se avasallen los derechos de un niño en atención a los deseos y aspiraciones de un adulto que vive y ha elegido o aceptado una situación (su orientación sexual) naturalmente infecunda.
Esta teoría, de la que voy a hacer una apretada síntesis, propone o sugiere que todos somos “únicos en nuestro genero” esto, así dicho, apenas incomoda, pero concluye que hablar de hombre o mujer es irrelevante, es decir, las personas no tenemos sexo sino género y el género es algo maleable, moldeable, no algo que se nos ha dado de manera “arbitraria” (¡ah qué la naturaleza, jugándonos bromas como la de dotar de genitales masculinos a la que será una “mujer” por elección!) . Si no tiene caso hablar de hombres o mujeres, mucho menos tiene caso hablar de roles, habilidades o disposiciones masculinas o femeninas.
La técnica ha “liberado” a la mujer de su fecundidad o de la necesitar de amamantar para asegurar la vida de la prole, ahora que eso es posible ¿hay algo que distinga a un hombre o una mujer en la crianza? En opinión de muchos, no.
Ciertamente, la naturaleza, “arbitraria” como es, no ha hecho fecundas las relaciones sexuales entre dos hombres o dos mujeres, pero si la técnica aun no ha logrado eso, basta con refugiarse en el recurso que las parejas heterosexuales (pero estériles) de siempre han utilizado: la adopción. En opinión de muchos, las diferencias que notamos y de las que hablamos todos los días en la vida en sociedad entre hombres y mujeres, son irrelevantes si se trata de la educación de un niño o una niña (¿Cómo lo llamaremos? ¿Niñe? Para evitar definiciones “innecesarias”).
Sé que se trata de un argumento emotivo, pero puedo pensar en la tristeza de la soledad de una niña entrando en la adolescencia sin una madre, por más que tenga dos padres. ¿Qué eso sucede y cosas más tristes aun? ¡Ya lo sé! Pero no me parece en lo absoluto deseable ni algo que deba ser promovido desde el Estado. ¿Legalización no es aprobación o promoción? Según se vea.
No sé cómo se llamará a la teoría que acepta y aprecia las diferencias entre hombre y mujer (¿determinismo fisiológico?), diferencias que enriquecen nuestra forma de vivir, diferencias que nos ayudan a mirar desde otro ángulo el mismo paisaje, pero por supuesto, me adscribo a ella.
No es una forma de discriminación a los homosexuales. Puedo imaginar vivamente su deseo de paternidad o maternidad, pero no puedo por ello aceptar que se avasallen los derechos de un niño en atención a los deseos y aspiraciones de un adulto que vive y ha elegido o aceptado una situación (su orientación sexual) naturalmente infecunda.