Hace dos días se leía en el encabezado de un diario que cierta actriz mexicana en accenso en Hollywood, iba adoptar dos niñas. ¿Ya las habrá comprado o las tendrá apartadas? –pensé y de paso me indigné- porque algunos actores se “hacen” de niños como quien se hace de un animal de compañía, hombres (aunque eso todavía no se ve del todo bien) o mujeres, solteros o divorciados, que quieren un “hijo” al que por supuesto no le dedicarán tiempo (porque el trabajo y las fiestas de la farándula les quitan mucho), almas seudo caritativas, que gustan de tener “ejemplares” distintos (negros, amarillos de ojos rasgados, pelirrojos). Y me dio tantito asco, porque luego esas mismas almas caritativas emprenderán campañas contra la pedofilia y otras linduras.
¿Qué por qué me indigno? Bueno, porque estamos ante un fenómeno cultural raro, que supone que los niños son para los adultos, sean estos unos pervertidos sexuales o mujeres que quieren “realizarse” con una maternidad “bien decorativa”.
Sé que generalizo y cometo el error de englobar en la misma categoría, cosas muy distintas, y peor aun, pretendo leer las intenciones, pero es llamativo que lo uno y lo otro sean “moda” simultáneamente. Y tengo otras objeciones respecto a la adopción de infantes, pero mejor ahí lo dejo para no ser políticamente incorrecta.
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