domingo, 14 de septiembre de 2008

Esperé



Dulce, melosa, increible la voz de esta mujer y la composición de Manzanero (y lo más cursi de mi reperterorio de gustos cursis).

martes, 9 de septiembre de 2008

Nuestra María Antonieta


Fui a ver hace unas semanas la exposición sobre Antonieta Rivas Mercado en Bellas Artes. Para mí que el Palacio le queda grande (y no solo físicamente) a una exposición así, tal como lo pensé de la de Gabriel Orozco, protegido de la anterior directora del CONACULTA (aunque entonces me sorprendieron gratamente sus pinturas y fotos). Porque ¿qué se puede exponer de una mujer de sociedad que vivió escasos treinta años y que no es artista? Eso pensé.
Había una sala para fotos familiares y cartas que son como las de todos nosotros (digo, como las fotos de nuestras familias), otra para obras de época, otra para la obra de los pintores protegidos y otra más de retratos de los protegidos homosexuales de María Antonieta (extraña reivindicación gay extemporánea presidida por Monsiváis pontificando desde una pantalla).
A cuento de esto, pensé que quizá yo no tenía mucha idea de quien era la talentosa dama y me leí un librito de los que no me gustan, pero que tenía a mano: A la sombra del ángel (sería un estupendo guión de una telenovela de televisa con solo algún arreglito). Es la historia novelada (y por eso no me gustan esos libros: o historia o novela, punto.) escrita por la que es la esposa del único hijo de la dama, en ella se cuenta con detalle (e imaginación) la vida de toda la familia Rivas Mercado y sus satélites. El libro hace pomada a la señora madre de Antonieta (frívola, coqueta, arribista, acomplejada, pésima administradora, madre desobligada y esposa infiel), y por contraste se hace hincapié en el gran hombre que era Antonio Rivas Mercado y de los talentos sin cuento de la niña Antonieta; tiene unos cuantos diálogos inverosímiles con Diego Rivera, Lupe Marín, Frida Kahlo, etc., hace circular personajes como en pasarela, se sacan de contexto fenómenos artísticos o sucesos históricos y lo peor, uno concluye algo que seguro no buscaba la autora: Antonieta Rivas Mercado era una frívola, coqueta, acomplejada, madre desobligada, pésima administradora, pero eso sí, muy sensible y generosa (¿despilfarradora?).
Todo parece indicar que en un contexto muy distinto al que vivió su madre, Antonieta heredó sus “virtudes”, junto con la sensibilidad artística del padre y sedienta de notoriedad y escándalo, vivió profundamente insatisfecha hasta su suicidio en Notre Dame en París el mismo día que se celebraba la coronación de no sé qué Papa, desconsagrando de paso la catedral.
No sé si el libro es malo, o el personaje mediocre, pero con punch para convertirse en mito (dinero, amores imposibles, lujo, suicidio, arte, homosexualidad, guerra) o yo no supe leer entre líneas.
Tenia, no lo dudo, buen ojo para apoyar a personas talentosas, o quizá colaboró en la construcción de los mitos del México “moderno”, pero es difícil saber si eso fue conscientemente o por mera chiripa.
Acepto críticas y opiniones divergentes, voy a buscar el libro de Fabienne Bradu, su otra biógrafa.