jueves, 27 de noviembre de 2008

Y bien ¿qué pasó?

A riesgo de no ser leída, me pongo a escribir de un tema extemporáneo (aunque no ha pasado un mes siquiera): el avionazo en el que murió Mouriño.

Y bien ¿qué pasó? En un primer momento y durante varios días no dudé ni tantito de que se trataba de un atentado. Al paso de los días, con la transcripción del dialogo entre los pilotos, quise pensar que se trataba de un tragiquísimo accidente. Sí, algo terrible, pero posible. Una incomprensible lección de la Providencia. Porque los diálogos tienen gran verismo ¿que no? ¿Quién es el genio que los redactó? Simples, dolorosamente normales.

Ok, es muy curioso que no se caigan con más frecuencia los aviones en esta ciudad, dadas las infames condiciones aeroportuarias. No es normal que puestos a caerse, el que se cae, es el avión que transporta al segundo hombre de Estado y a otro que había sobrevivido a varios atentados. No, eso no pasa. Pero… ¿un atentado? ¿En serio es posible tirar un avión a pocos metros de Los Pinos, con contadas victimas inocentes (es decir, me refiero a los que no iban en el avión), sin apenas daños a la infraestructura urbana en pleno corazón de la ciudad, sin detonantes, sin señales de alarma previa e incluso, con mensajes alegóricos (por la cercanía con la fuente de Petróleos)? Demasiado perfecto para ser un atentado. Demasiadas casualidades para ser un accidente.

Pienso que mi estupor es algo compartido por algunos líderes de opinión (y no, no son López Doriga, ni Aristegui), su silencio es de lo más elocuente (porque si no saben que decir, lo mejor es no decir nada). Mi única herramienta para salir de este estado es acudir a la estadística, pero es fecha que no encuentro información sobre la incidencia de aviones tirados por grupos terroristas (ETA, FARC, Al Qaeda, etc.). Si el dinero puede comprarlo todo, es posible comprar la mas terrorífica tecnología de punta, a condición de que esa tecnología exista. ¿Es posible “hacer” un avionazo “bordado” como éste?

jueves, 20 de noviembre de 2008

Circuito Bicentenario (Souvenir II)


¿Qué va hacer Marcelo cuando complete el Circuito Bicentenario (antes Circuito Interior)? Yo tengo una sugerencia: transporte público de calidad.
Sí, sí, no es tan descabellado. Recién regreso de Madrid, una de las diez capitales del mundo con mayor calidad de vida y creo que es posible copiar el Autobús circular que funciona allá. Ese autobús corre en los dos sentidos y circunscribe el centro histórico de Madrid y los barrios más céntricos, tal como lo hace el Circuito Interior. Allá los autobuses cuentan con climatización (aire acondicionado en verano, calefacción en invierno) son cómodos, amplios y con periodicidad predecible. Hacen parada en los paraderos y solamente en ellos. Los paraderos se encuentran en lugares lógicos, con amplias banquetas y con correspondencia con otros transportes (metro) o zonas peatonales.
No, tampoco son baratos (1 euro por viaje), pero pagas con gusto su precio (la civilidad del conductor, la seguridad, la comodidad, no es algo despreciable y la experiencia me confirma que tampoco es algo gratuito). Si esta subvencionado no lo sé.
De hecho podrían planificarse dos rutas del mismo transporte circular, el que pase por encima de los puntos conflictivos (por encima de los puentes cuya construcción ahora sufrimos) y el que pase por debajo, en la lateral (cuando la haya). Idealmente deberá tener un carril exclusivo, compartido con taxis y transporte ligero. Por cierto, allá, los taxis en las avenidas grandes, solo hacen parada en los paraderos de autobús, lo que evita esos desagradables enfrenones a mitad de la nada.

Si Marcelo Ebrard de verdad quiere mejorar la ciudad y hacerse presidenciable, si la ambición de hacer de México una capital como las mejores del mundo no se limita a darnos de una pistotota de hielo, no puede dejar pasar esta oportunidad de dar calidad de vida a los que menos tienen (nosotros, los peatones).

lunes, 17 de noviembre de 2008

Souvenir: Dichosos

Dichosos los que saben reírse de sí mismos, porque no terminaran nunca de divertirse.

Dichosos los que saben distinguir una montaña de una piedra, porque se evitaran muchos inconvenientes.

Dichosos los que saben descansar y dormir sin buscarse excusas: llegarán a ser sabios.

Dichosos los que saben escuchar y callar: aprenderán cosas nuevas.

Dichosos los que son suficientemente inteligentes como para no tomarse en serio: serán apreciados por sus vecinos.

Dichosos los que están atentos a las exigencias de los demás sin sentirse indispensables: serán fuente de alegría.

Dichosos vosotros cuando sepáis mirar seriamente las cosa pequeñas y tranquilamente las cosas importantes: llegarán lejos en esta vida.

Dichosos vosotros cuando sepáis apreciar una sonrisa y olvidar un desaire: vuestro camino estará lleno de sol.

Dichosos vosotros cuando sepáis interpretar con benevolencia las actitudes de los demás, aún contra las apariencias: serán tomados por ingenuos, pero es el precio justo de la caridad.

Dichosos los que piensan antes de actuar y rezan antes de pensar: evitarán muchas tonterías.

Dichosos vosotros sobre todo cuando sepáis reconocer al Señor en todo lo que se encuentran: habrán logrado la verdadera luz y sabiduría.


Tomás Moro (1478-1535)