martes, 24 de marzo de 2009

Minitas de oro


Estamos en crisis. Casi no hay día que no lo oigamos. Pero ¿Donde están las minitas de oro que pueden sacarnos del hoyo? Pienso que uno de los grandes negocios por explotar es el turismo. México sigue siendo muy atractivo a pesar de la violencia (como lo son Egipto, Turquía, Tierra Santa, la India o Guatemala ¿o no se les antoja ir?).
Pero en México, la gran bronca es que nos creemos muy acogedores, tan pagados de nosotros mismos somos, que pensamos que una sonrisita borra los malos tratos de una inadecuada señalización, de un abusivo cobro (por mas que paguen en euros o dólares), de una insuficiente higiene, o un pésimo transporte público. Porque usted lector, lectora, si ha sido turista, sabe que todo eso es muy importante cuando viaja a un país donde no habla la lengua nativa y desconoce del todo las costumbres ¿o no? Me va a perdonar, pero hasta el espíritu de aventura tiene un límite.

Una minita por explotar esta en la central Camionera del Norte. Ahí, en un minúsculo mostrador, hay unas mal encaradas dependientas (que por supuesto no mascan una palabra en otra cosa que no sea el español y a medias) y que atienden a los valientes turistas que no contrataron un paquete-todo-pagado y quieren ir a Teotihuacán. Es el mostrador de los Autobuses teotihuacanos que van a la zona arqueológica y a sus alrededores (hasta Chignahuapan, Pue. de hecho). Y los valientes que son montón, reciben un boleto sin hora de partida e ilegible, los autobuses salen con un horario aleatorio (más o menos cuando se llena), las unidades no se han limpiado en los últimos veinte años y tampoco han recibido mantenimiento (hay evidencias de anteriores pasajeros mareados, vidrios rotos pero reforzados con micas adheribles en tono verde-turbio, cercos de cigarro en los asientos y cuenta con más asientos de los que debe llevar la unidá). Por si todo esto fuera poco, el conductor, mal arranca, empieza a subir pasajeros, vendedores y cantadores en cada esquina. Los pasajeros nuevos no cuentan con lugar, pero eso es lo de menos: ya pagaron su pasaje. Los larguiruchos güeros se hacen ovillo en su asiento. Las múltiples paradas multiplican la posibilidad de que entre paletero y cantor, se suba un asaltante, pero supongo que eso también es lo de menos. Tras infinitas paradas, es posible llegar a Teotihuacán, molidos de tanto enfrenón, calor y ruido. ¿Exagero? Ni tantito.

Los Autobuses teotihuacanos cobran relativamente poco (menos de tres euros al cambio) pero no hay competencia, nadie más en la central camionera ofrece el servicio. Pienso que los turistas (pudiendo elegir) pagarían el doble o triple por un servicio sin tantos inconvenientes.

¿Es posible que nadie caiga en cuenta de estas deficiencias? ¿Es posible que nadie repare en que de corregirse estos “detallitos” tendríamos mayores ingresos y no una bola de “invitados a no volver” tal como sucede ahora?

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