viernes, 31 de julio de 2009

El Río Magdalena en Coyoacán

El río Magdalena es ¿el único? río a cielo abierto de los muchos que corrían por el valle de México. Si el río Magdalena se salvó de ser convertido en drenaje entubado fue gracias a la necedad del “apóstol del árbol”, Miguel Ángel de Quevedo, que estipuló que no debía cubrirse, al menos en el tramo que corre por los viveros de Coyoacan. Y así está, al descubierto desde el puente de Panzacola hasta su encuentro con el entubado río Churubusco, cosa de un kilometro y medio.

El río y sus márgenes están de lo más descuidados a pesar de que pasa por una zona muy arbolada y agradable. El río, es para mí un misterio, porque en invierno -durante la seca- en ocasiones, corre caudaloso y en verano –en las aguas-, si apenas corre el agua. El olor denota a las claras que entre sus afluentes están numerosos drenajes, lo que es lastimoso. Particularmente fea es la margen del río junto a los Viveros. Es tierra de nadie, un lote de tierra enrejado, un baldío que invita a la basura, cuando podía ser un bonito andador, un pequeño parque lineal (aunque corre el peligrísimo de volverse local para el comercio ilegal porque esta justo junto a la boca del metro, antes Viveros, hoy Derecho humanos).

Pensaba todo eso, y no me animaba a escribir al respecto hasta que me encontré un artículo en el suplemento que el Reforma pública los sábados y que es del The New York Times.

Es un texto bien interesante y pienso que podría imitarse no tan difícilmente. Incluso pensaba que este mismo río Magdalena, ahora entubado por todo el barrio de Chimalistac, donde aun se conservan sus históricos puentes, seria un rescate ejemplar. Piénsenlo (ossaá, como en San Antonio, goei).

Liberan paraíso acuoso al retirar el concreto

Andrew C. Revkin. Jean Chung contribuyó con reportes

(25 julio 2009).- SEÚL, Corea del Sur - Durante medio siglo, un oscuro túnel de concreto en vías de desmoronarse cubrió unos 5 kilómetros de un plácido arroyo que atraviesa a la bulliciosa capital sudcoreana.

El canal había sido una atracción principal de Seúl desde que un rey de la Dinastía Choson seleccionó la nueva capital, hace 600 años, seducido por el grácil serpenteo del arroyo y sus 23 afluentes. Sin embargo, en la era industrial después de la Guerra de Corea, el arroyo, que para entonces era una cloaca abierta y fétida, fue sepultado por el pavimento y olvidado bajo un laberinto de distribuidores viales elevados al crecer la ciudad hacia una población de 10 millones de habitantes.

Hoy, tras un proyecto de recuperación de 384 millones de dólares, el arroyo, llamado Cheong-gye-cheon, deja escuchar su murmullo entre riberas llenas de juncos, liberado de su fría y húmeda cubierta.

La restauración en Seúl es parte de un esfuerzo ambientalista en expansión realizado en ciudades de todo el mundo para que ríos y arroyos vean "la luz del día", al eliminar el pavimento que fue construido hace décadas para reforzar la actividad comercial y servir al tránsito de automóviles.

Ciudades desde Singapur hasta San Antonio, Texas, han resucitado ríos y convertido drenajes pluviales en arroyos. En Los Ángeles, grupos de residentes y algunos funcionarios de elección popular ven con nuevos ojos a los riachuelos bordeados de concreto, al considerarlos elementos a explotar en lugar de inconveniencias, inspirados en parte por el ejemplo de Seúl.

Al construir corredores ecológicos en torno a aguas expuestas, las ciudades esperan atraer a trabajadores educados y acaudalados, así como a residentes que valoran tener un medio ambiente natural en un entorno urbano.

Los ambientalistas señalan a otros beneficios. Las corrientes abiertas de agua manejan el exceso de lluvia mejor que las alcantarillas enterradas, una consideración importante al tiempo que el calentamiento global provoca aguaceros más intensos. Los arroyos también suelen refrescar áreas sobrecalentadas por el asfalto expuesto al sol y propician follaje que atrae a la vida silvestre y a peatones.

Sin embargo, cuatro años después de que el arroyo quedó al descubierto, señalan las autoridades municipales, los beneficios ambientales ahora pueden ser cuantificados. Los datos muestran que el ecosistema a lo largo del Cheong-gye-cheon se ha visto sumamente enriquecido. El número de especies de peces ha crecido de 4 a 25, el de aves de 6 a 36 y el de insectos de 15 a 192.

Los esfuerzos para recuperar las vías fluviales urbanas, no obstante, están llenos de retos, como convencer a los propietarios de negocios locales casados con los paisajes urbanos existentes que se pueden obtener beneficios económicos de una renovación ecológica.

Sin embargo, hoy en día, entre los 90 mil visitantes diarios a las riberas del Cheong-gye-cheon figuran los comerciantes de algunas de las tiendas cercanas que se contaron entre los principales oponentes al proyecto en un principio. En una tarde reciente, entre las personas que disfrutaban de un día de campo a lo largo de la vía fluvial se encontraba Yeon Yeong-san, de 63 años, quien maneja una tienda de ropa deportiva con su esposa Lee Geum-hwa, de 56 años, en el cercano Mercado Pyeong-hwa.

Yeon dijo que su familia se mudó al centro de Seúl a fines de los 40 y que tiene cuatro décadas de manejar el negocio. Contó que ahora, estacionarse era más difícil para sus clientes. Sin embargo, dijo: "ya que hay menos tráfico, tenemos mejor aire y naturaleza".

Él y su esposa caminan todos los días a lo largo del arroyo, añadió."Nunca pensamos en hacer ejercicio aquí cuando el arroyo era subterráneo", señaló.

1 comentario:

pk dijo...

uy! como me gustaria desarrollar tu ideas...hay que buscarle, hay que buscarle, si tienen futuro, mucho!