lunes, 23 de febrero de 2009

Museos, museos y más museos


El GDF pretende construir un Museo del tequila y del mezcal en la plaza Garibaldi. Hay que aclarar que será del tequila Y del mezcal porque ya existe uno del tequila allá en Jalisco.

El tequila, como todos sabemos, es originario de Tequila, Jalisco y el mezcal es tradicional en Oaxaca, ¿A cuento de qué vamos a tener un museo así en la Ciudad de México? A cuento de que los vapores etílicos de estas bebidas siempre han acompañado (según dicta el folclor del cine mexicano) a los ardidos que solicitan los servicios de un mariachi en aquella plaza.

Existe un absurdo gusto entre los políticos mexicanos por promover la cultura a golpe de museos y una concepción postmoderna de cultura que engloba las cosas más disímbolas. Así, si el rock o el futbol son cultura ¿por qué no la borrachera? Como eso suena un tanto fuerte y puede escandalizar a las buenas y políticamente correctas conciencias, hay que apelar a la tradición gastronómica y al orgullo mexicanos para justificar la construcción de otro bonito elefante blanco.
En opinión de muchos, no hay otra forma de proteger el patrimonio arquitectónico si no es mediante la creación de museos, aunque carezcan de programa, colecciones o presupuesto para su mantenimiento. Si una casa es suficientemente bonita y antigua, debe postularse lo más rápidamente posible como museo, nunca más deberá ser habitada y menos aun dedicarse a un giro comercial, tal como pretende hacerse con la casa de los Rivas-Mercado en la peligrosísima colonia Guerrero. Y si, como en este caso, se trata de mejorar el ambiente de una plaza llena de teporochos, bastará –según ellos- con darle un “baño” de cultura y glamour mediante un museo.

Ya sé que no es función de ningún gobierno instalar giros comerciales, pero sin duda, una buena cantina seria un mejor lugar para exponer la historia de las bebidas espiritosas, sin necesidad de “chupar” al erario para su sostenimiento.

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