Tal como preveía, el horror vacui que suscita una banqueta sin árboles o jardineras, solo puede ser un imán para los vendedores establecidos que no pagan impuestos (mal llamados ambulantes solo porque no duermen ahí mismo).
Hace unos días reportaba un pavoroso hulecidio en la salida poniente del metro Viveros, pues ahora, conforme la información de un corresponsal de este blog, informo que el mismo taquero que aparecía tímidamente en al foto del hulecidio, era la vanguardia de una avanzada en contra de los peatones (que como se sabe no tienen derecho a caminar por las banquetas) y que en poco tiempo (con anuencia de la autoridades), reivindicará la posesión de ese espacio para los pobrecitos vendedores (“que de algo tienen que vivir ¿que no?”).
Todo ha sido estratégicamente planeado. Primero el derribo de los hules (que no era uno, sino tres; así de espesa era su fronda), días después la demolición de la jardinera que los rodeaba y ahora, ya todo muy limpio y barridito, empezará una invasión hormiga de vendedores gritones, que dejaran charcos grasientos y basura.
¡Qué hermoso!
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